12. ago., 2022

El Audi(Thot)rio

Cada vez que paso por delante del Auditorio de Tenerife, tengo la sensación de que algo dentro de mí desea inclinarse en reverencia. Hay algo más allá de su majestuosidad monumental que dispara mi “imaginación” (esa palabra flexible que esconde memorias inexplicables).

Tirando de esa gran hemeroteca digital que es Google, he conseguido muy poco acerca de lo que el arquitecto Santiago Calatrava quiso transmitir o en qué se inspiró. Parece que su objetivo fue ‘sugerir’ simplemente y que cada cual interpretara la obra a su propio criterio. Al fin y al cabo, los artistas suelen ser puros canales inspirados por los que fluye un mensaje que estalla en miles de fractales que llegan a cada receptor de una manera diferente.

Así, mientras unos ven en este emblemático auditorio una ola, otros ven una cobra, una luna o incluso parte del casco de la diosa Atenea. Y todo es válido, porque quizá no importa la respuesta, sino las preguntas que pueden brotar en nuestra mente al contemplarlo.

Yo lo bauticé como “El Audi(Thot)rio”. Desde el primer día que puse mis pies frente a él, me vi ante Thot: dios, rey y sacerdote atlante, fundador de la primera colonia de supervivientes del hundimiento del mítico continente, que logró alcanzar las costas de lo que hoy conocemos como Egipto.

Cuenta la mitología que Thot fue puesto en el cielo por Ra para dejar una luz tras cada retiro del Sol. Por eso, este dios con cabeza de ibis, fue considerado el avatar lunar que medía el tiempo de los cielos. Curiosamente, también es el regente de la sabiduría, de la escritura… y de la música. Un auténtico pluriempleado en el extenso panteón egipcio.

Thot, portador de la llave de la vida y del cetro ‘was’ (bastón ceremonial de los faraones), dejó un misterioso legado a la humanidad: Las Tablas Esmeralda. Un compendio de sabiduría que no ha podido ser completamente descifrado porque algunos de sus contenidos no pueden ser todavía revelados al mundo.

Así que mientras esperamos esa revelación, yo ‘me inclino’ por disfrutar de esos ecos lejanos que me llegan… y de compartirlos contigo.

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