La vida es una película. Dirígela bien.
8. jun., 2022
—¿Tú crees que somos libres, Argus? ¿Existe el libre albedrío o nuestro destino está escrito? ¿Podemos cambiar el guion en algún momento, o no somos más que una pluma a merced del viento? Porque yo me siento como esta pluma. Creo que soy llevada por el aire y no puedo hacer nada al respecto.
—No puedo darte una respuesta absoluta, Magda. Pero sí te puedo decir que estás olvidando un pequeño detalle: el diseño aerodinámico de la pluma. No existen dos plumas iguales. Cada una tiene un diseño único y es éste el que, con la ayuda del viento, dirige la trayectoria.
—Eso… eso es lo mejor que he escuchado en mucho tiempo, fotógrafo —respondió la reportera, abriendo los ojos como platos. Unos ojos que empezaban a brillar de nuevo. La esperanza se abría paso y no pudo contener una diminuta lágrima de alegría.
(…) Magda estaba empezando a comprender que todo lo que le había ocurrido hasta hoy había servido para que en su interior surgiera una esperanza, como una grieta por la que se cuela la luz en un corazón quebrado que acaba de encontrar la fuerza suficiente para gritar un ‘no te rindas’. En ese punto supo que el desafío sería darse cuenta de en qué medida había sido responsable de la situación que la estaba atando a una reja imaginaria. Porque ella sabía que todo está en nuestra mente y que nuestro dolor persiste porque seguimos teniendo miedo a la inmensidad de lo posible.
Lilium Vesta (El Lirio de Vesta), María Pérez © 2019 (Extracto del relato finalista en el III Concurso Literario de El Libro en Blanco y publicado por Editorial Taoro en la antología: "31 Historias para encontrarte").
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