14. ene., 2022

Somos Cosmos

Refugiarse de la calima en el Museo de la Ciencia el Cosmos es un privilegio al que sólo puede aspirar quien tenga las suficientes dosis de curiosidad inoculadas y el pasaporte de “novelero/a” debidamente actualizado.

Pero eso sí, atreverse a hablar de astrología en un “templo” astronómico como este, es una ida de pinza sin retorno, solo apta para cabezas curtidas en reflexiones y otros pensamientos de alto riesgo… como la mía.

En mi defensa recordaré que hubo un tiempo en el que ambas #astroinquietudes eran una, sin dualidad. Una observaba el movimiento y la otra interpretaba y le daba un significado. El conocimiento del metalenguaje que subyace en la astrología antecede en milenios al paradigma científico. Sólo por eso, y por la belleza de su simbología, merece un respeto como mínimo.

En culturas tan fascinantes como la de los antiguos Mayas, se consultaba a los sacerdotes el destino de un recién nacido, quien descubría sus talentos y orientaba su misión de vida por la configuración de los astros en el momento de su llegada a este mundo.
En ese sentido, no le falta razón al Dalai Lama cuando afirma que nadie nace con mala estrella, lo que sucede es que no todo el mundo sabe leer el cielo.

Tal vez el debate no esté en si nos afectan o no los planetas porque, en realidad no son los astros los que nos afectan, sino la misma fuerza que les mueve a ellos.

Y mientras asimilo lo que acabo de escribir, me complazco de mi propia contradicción al recordar que tuve casi una experiencia religiosa… en el Museo de la Ciencia.

Gracias por tu acertada propuesta, amigo @dansilvaworld, por las fotos y por las risas. 

#CienciayConciencia

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