La vida es una película. Dirígela bien.
22. ene., 2021
“El universo es tu espejo; puedes ver tu reflejo en él a través de tu conciencia”. Debasish Mridha.
El otro día estuve en la sede de NUEVO FUTURO TENERIFE, una asociación que tiene el superpoder de abrir puertas a la esperanza. Recorriendo las oficinas, me vi reflejada en un espejo y observé, desde una ventana, una perspectiva nueva de un lugar por el que he pasado miles de veces. No imaginaba hasta qué punto, las dos instantáneas que tomé, eran una metáfora de lo que me iba llevar de aquella entrevista. Todos tenemos una historia que contar, pero la de algunos, nos lleva de cabeza a seguir confiando en el corazón y en el potencial humano.
“Gracias a NUEVO FUTURO TENERIFE mi vida cambió y ahora estoy en el camino hacia un mejor porvenir”.
La vida de Thierno es una historia de superación personal. A la edad de 11 años y tras la muerte de su padre, abandonó su pueblo natal en Guinea, donde vivía con su madre y sus cinco hermanos en una situación de extrema pobreza: “Allá no te quiere nadie, no eres nadie si no tienes dinero. Con 11 años, yo no tenía ni un solo amigo, porque el dinero es lo único que te da todo allí, incluso los amigos. Y eso no es vida. Yo quería una vida mejor para mí y para mi familia”.
Después de un periplo de varios años, en los que pasó el resto de su infancia (si es que alguna vez la tuvo) y adolescencia yendo de Senegal hasta Mauritania trabajando en la pesca por unos 400 euros anuales, decidió que ya no podía más. En noviembre de 2015 llegó a la costa de Los Cristianos en una patera junto a otras 18 personas más, hambrientas de una oportunidad.
Dar el salto a una patera que te lleva a una supuesta tierra prometida donde puedes vivir una vida normal, es un salto al abismo. Pero cuando le preguntamos a Thierno si no le daba miedo enfrentase a un viaje en el que no había garantías de salir vivo, su repuesta es clara: “El viaje duró una semana y los tres últimos días estuvimos sin comida y sin agua. Lo pasamos mal pero lo que me daba miedo de verdad era volver a la vida que tenía en África”.
Al llegar a Tenerife se encontró con algo muy extraño para él: “Aquí te tratan bien aunque no seas nadie y no tengas dinero”. Como era menor de edad, ingresó en el Maternal del Cabildo y un año más tarde, ya con 18 años llegó al Hogar de Emancipación de #NuevoFuturoTenerife. El proceso de adaptación no es fácil. Se enfrentan al choque cultural y a unas normas a las que no están acostumbrados. Tienen tantas ansias de libertad que el necesario control que sobre ellos deben ejercer los técnicos y los educadores, les desespera muchas veces. Por ejemplo, deben presentar comprobantes de cada céntimo que gastan.
Poco a poco se van adaptando (unos con más facilidad que otros) y van ganado confianza gracias al arduo trabajo de los profesionales que les acompañan. Su proceso incluye la alfabetización, el desarrollo de habilidades de comunicación, técnicas de gestión y administración de la economía personal, Salud e higiene, resolución de conflictos o el trabajo de la empatía y las relaciones interpersonales, entre otras cosas.
A Thierno le brillan los ojos cuando nos habla de Ara Alamo, la educadora que ha sido para él “como una madre”. Y se emociona cuando nos confiesa cómo ha cambiado su manera de entender la vida: “he aprendido a valorar tantas cosas. Ara me enseñó tanto. A buscar trabajo, a saber administrarme…”. Thierno se siente orgulloso de haberle podido comprar una casa a su madre en Guinea con lo que ha podido ahorrar trabajando de pescador en el sur de la Isla y en sus planes de futuro están regresar a su tierra natal, poder empezar allí la vida que siempre quiso tener y transmitir todos los valores que aprendió aquí.
A los que acaban de llegar a nuestros Hogares de Emancipación les sugiere que “escuchen a las personas de Nuevo Futuro y sigan siempre sus consejos si lo que quieren es tener una vida mejor y un futuro por delante”. Y a NuevoFuturo le pide “que sigan teniendo mucha paciencia y respeto” porque sabe lo que sienten esos adolescentes cuando llegan a nuestra tierra con el alma rota en busca de un tesoro que nosotros quizá no valoramos lo suficiente: esa luz al final del túnel llamada esperanza.